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viernes, 9 de mayo de 2008

Aquella larga noche!


Era de tarde y llovía, con los cristales entre abiertos de su Volkswagen del 78 se dirigía aquel hombre de casi 30 años en contra de los fuertes vientos y grandes oleadas de polvo atravesando el desierto, con el propósito de por primera vez salir de la ciudad a conquistar nuevos senderos; hasta ahora todo había marchado bien, paso la lluvia, y poco a poco también los vientos como el lo había predicto horas antes. “Todo controlado mi viejo amigo" le decía dando palmadas al tablero de su viejo volk.

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De repente ¡boom!, el carro se deslizó hacia el lado derecho con un golpe estrepitoso, ¡se había salido la llanta trasera derecha!

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Los tornillos se habían salidos y perdidos en la arena, solo estaba la llanta ahí tirada a pocos metros, se puso de todos los colores, acelero su ritmo cardiaco y se culpó de no haber tomado la precaución de que esto le podía pasar antes de iniciar su viaje.

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Ahora se encontraba en medio del desierto, solo y sin la solución de poder resolver su gran problema, poco a poco el tiempo pasaba, la larga noche llegaba y con ella 3 cosas, silencio, frío y una terrible oscuridad. Sin agua, sin comida pensó que se la acaba el mundo, pensó horas y horas en como salir de tal inconveniente.

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Nunca se había sentido tan solo, a tal punto que empezó a comunicarse consigo mismo, miro hacia detrás en su vida, hizo un recuento de ella y fue muy breve, no había alcanzado metas pues no tenia, no había vivido los suficientes momentos felices como para morir allí.

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Pasaban las horas y cada vez más perdía la ilusión de salir de ese lugar, lo que al principio era una hoguera se convertía en cenizas; cerró sus ojos y pidió una gran oportunidad al gran señor todopoderoso, pidió también que iluminara su camino. Paso horas como una máquina scáner analizando su comportamiento, sus actitudes, su poco entusiasmo, su dedicación, su estima, sus ilusiones, sus quejas, sus ideales, sus metas, su vida.

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Llego una nueva madrugada, después en la mañana comenzó de nuevo en buscarle solución a su problema, y de repente como un rayo le surgió la magnifica idea que le salvaría la vida de quitarle un tornillo a cada una de las 3 gomas restantes y las 4 gomas andarían con 3 tornillos y así pudiera llegar a su destino y salir de su destierro y así lo hizo dándole gracias a dios.

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Terminó su recorrido y aun muchos años después de lo ocurrido y vivir una gran vida fumándose un tabaco bajo uno de los árboles de su hermosa e inmensa casa seguía dándose cuenta lo importante que fue haberse encontrado consigo mismo aquel día.

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Para Alex!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interezante "aquella larga noche" en muchas ocaciones no vemos la salida para un problema, es importante dedicar un espacio en nuestra diario vivir para meditar sobre nosotros y escuchar la voz que nos guía.

Anónimo dijo...

Las cosas que nos suceden nos ponen a pensar, y a buscar soluciones, pero eso ocurre solo si esperamos el momento, y le damos la oportunidad a nuesro corazon de encontrarse con:"nuestra voz de la soledad"(muchos le temen)y creyendo en nosotros mismo, y dandonos el chance es donde llegamos a conocernos a nosotros mismos, y a valorar lo que en realidad somos capaces de hacer.

Y cuando llegamos este punto podemos decir que hemos vivido, y que nos hemos conocido.Y sabes tu mejor que nadie, que es mejor aun cuando tienes a alguien que te conoce mejor que ti mismo.
Srta. Ibsen Veloz

Anónimo dijo...

Encontrarnos a nosotros mismos, nos ayuda a cosas que van más allá de encontrar "ideas nuevas", como quitar aquellos tornillos.

Interesante!!!

Besos,
D:-